Todas las emociones son igual de importantes y todas necesitan ser expresadas y exteriorizadas.
Cuando fallece un ser querido, la tristeza aparece para indicarnos la pérdida, y lo único que podemos hacer es aceptarla para enfrentar ese dolor.
Como adultos tenemos ciertos recursos para gestionar las emociones, sin embargo, los niños son más vulnerables en este sentido. En ocasiones no saben manifestar lo que les sucede, y pueden actuar con rebeldía o desde el enfado antes que desde la tristeza.
Para acompañar a los niños en el duelo, debemos tener en cuenta lo siguiente:
Los niños deben saber del fallecimiento lo antes posible, comunicándolo con palabras sinceras y sencillas. A continuación, debemos preguntarle: “¿Cómo te sientes?”. Dependiendo de la edad será capaz de expresarlo con palabras, o si no, podemos pedirle que lo dibuje.
Según las circunstancias, los niños pueden sentirse culpables o causantes de dicho mal, por eso, es importante que puedan expresar cómo se sienten o cómo lo viven. De esta forma, podremos aclarar lo sucedido.
Por ejemplo, puede darse el caso de que un abuelo dijera a su nieto que cenara todo lo del plato, falleciendo esa misma noche. El niño puede quedarse con la idea de que esa tragedia ha sucedido porque él no quiso cenar todo. En este caso, el niño puede que dibuje escenas comiendo. Podemos preguntar: “¿Para qué estas comiendo en el dibujo?”, y su respuesta sea: “Para que al abuelo no le pase nada”. Gracias al dibujo podemos identificar ese sentimiento y abordarlo, explicarle que él no tiene la culpa, que es algo que no depende de nadie y forma parte de la vida.
La aceptación es una parte muy importante del duelo. Debemos estar seguros de que han comprendido lo sucedido, y entendido que es normal sentirse triste. Para facilitar el proceso de aceptación, podemos proponerle escribir una carta o hacer un dibujo, con algo que le gustaría decir (a la persona fallecida). Esto le ayudará a plasmar lo que piensa y siente, y así desahogarse, y de alguna forma despedirse.
Tenemos que llenarnos de paciencia, empatía y comprensión ya que se trata de un proceso, y cada persona vive el duelo de forma diferente. Por último, debemos ser conscientes de nuestro propio proceso de duelo, ya que en algún momento imitará nuestros pasos.
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